Desde Wikihammer 40k, os traemos este relato corto oficial sobre la Raza Tau. Para los seguidores de la raza más nueva y desconocida.
Shas’O Vior’la Kais, Comandante de los guerreros de la Casta del Fuego, observó impertérrito cómo los Gue’la iniciaban el largo camino hacia la cima de la colina. Sus toscos vehículos armados se movían pesadamente sobre rechinantes orugas de metal mientras guerreros a pie avanzaban por delante de ellos. Kais se sentía a disgusto por tener que hacer esto; Los Gue’la no podían entender la locura que representaba este ataque. Los Tau habían reclamado este mundo como suyo. Su uso ya había sido decidido y los primeros colonos reubicados pertenecían a la casta Fio. Que ese mundo era suyo era un hecho tan irrefutable como la propia salida del sol. Los Gue’la ya habían establecido un puesto avanzado y Kais había recibido el encargo de echarlos de allí. Los Etéreos así lo habían decretado, pero, con la testarudez típica que los caracterizaba, los Gue’la habían rehusado resignarse ante lo inevitable.
Mientras el avance de los Gue’la continuaba, la superior visión de Kais le permitía distinguir los contornos de sus rastreadores, ocultos entre los altos pastos que se extendían ante ellos. Sus marcadores telemétricos apuntaban a los ruidosos vehículos con sus armas mucho más potentes. Se giró hacia uno de sus escoltas, un guerrero de casco liso embutido en una armadura de combate de color claro.
– ¿Distingues a las bestias armadas, Shas’vre? – Preguntó Kais ceremonioso.
– Sí, comandante. Esto no debería representar ningún problema, pues los Shas’la los han marcado con claridad para los cañones aceleradores de las escuadras de Armaduras de Combate «Apocalipsis».
El Comandante de los guerreros de la Casta del Fuego asintió con la cabeza.
– Entonces puedes empezar, Shas’vre. – Dijo con suavidad. El guerrero asintió con reverencia y habló por el micrófono incorporado en el interior de su casco. Un instante después, tres de los vehículos Gue’la explotaron y derraparon hacia un lado mientras un humo negro emergía de los perfectos agujeros realizados en su blindaje frontal y posterior. La hipervelocidad de los proyectiles de los cañones aceleradores era demasiado rápida incluso para la visión mejorada de Kais, dejando apenas un rastro de imagénes posteriores por donde la fricción de su paso había calentado el aire.
Los Gue’la se dispersaron, aturdidos por la destrucción de sus máquinas de hierro. Era una desgracia que murieran, pero mantenerse en el camino de los Tau suponía una invitación a la muerte. No podían contar con ayuda.
Se produjo una fuerte descarga desde una posición situada a la izquierda de uno de los humeantes tanques. Los Gue’la que se encontraban delante del vehículo cayeron, destrozados por las armas de los rastreadores. Tan pronto como los Gue’la cayeron, los Tau avanzaron. Había más Gue’las alrededor del tanque disparando allí donde creían que podían encontrarse sus atacantes. Sus disparos no impactaron sobre ningún objetivo, pues los rastreadores habían dispuesto de tiempo suficiente para ocupar nuevas posiciones.
Entonces, entre la densa humareda, surgiendo los Kroot. Altos, ágiles y de enormes músculos, cargaron sobre la masa de guerreros Gue’la. Los disparos de sus rifles derribaron a varios y Kais vio con claridad que eran afortunados de poder contar con ellos. Atacaron a un grito de batalla unánime, alto y ululante, golpeando con sus rifles y clavando las afiladas hojas de sus cuchillas, apoyándose en la culata para penetrar mejor en la carne de los Gue’la. El Gran Kroot decapitó a un Gue’la con un solo golpe de su esapda y agitó las largas plumas que colgaban de la parte posterior de su cabeza en señal de triunfo mientras el resto de las tropas enemigas salían huyendo. Los Equipos de Armaduras de Combate estaban bajo la ladera de la colina, disparando sobre las desordenadas tropas de los Gue’las. Las cejas de Kais se arquearon en señal de disgusto al ver que algunos de los guerreros kroot se detenían para dedicarse a devorar los cadáveres de algunos Gue’las que yacían en el suelo. Derrotar al enemigo en combate era una cosa, pero comerse su carne… Se estremeció de asco. Los Kroot resultaron útiles y Kais valoraba su fuerza, pero en su interior albergaba la esperanza de que el contacto continuo con los Tau les habría hecho olvidar sus instintos primarios.
Se apartó del lugar donde estaban alimentándose los Kroot y volvió a dirigirse a su escolta. «Puedes contactar con Kor’vre e informarle de que puede iniciar inmediatamente el aterrizaje. Este mundo ahora es nuestro.»
Me ha gustado mucho