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Relato: Gen 21 – Fabius Bilis esta por FanHammer este mes

Este mes quiero hacer un pequeño especial dedicado a Fabius Bilis y bueno habrá algunos relatillos, algunas invenciones y bueno todo lo que se me vaya ocurriendo de este personaje.

Sin duda es uno de mis personajes favoritos de Warhammer 40000.

Hoy os dejo un antiguo relato que hice sobre él ya hace años y bueno espero que os guste…. Decirme que os ha parecido en los comentarios.

¿Y os interesa este tipo de relatos?

GEN 21

El apotecario raras veces salía en los últimos tiempos de sus oscuros habitáculos. Todo su tiempo lo pasaba centrado en sus investigaciones y experimentos dentro de las profundidades de su nave Saqueador Impuro. La investigación y los progresos en sus extraños experimentos eran su único objetivo.

Así que si algo había hecho salir al Señor de los clones de su monotonía debía de ser muy importante. Su crucero había salido de la órbita en la que se encontraba en un sector perdido del Ojo del Terror para dirigirse a un punto concreto donde iban a encontrarse con un antiguo conocido.

Sobre la superficie de Barbarus, planeta donde una vez fue encontrado por su padre, Mortarion esperaba sentado en un trono de metal retorcido y decorado con cientos de huesos y calaveras de multitud de razas xenos y también humanas. Sobre su trono, docenas de lanzas repletas de cabezas aun frescas decoraban aquel punto de reunión. Mortarion portaba toda su armadura, antes esplendida y ahora decorada con obscenidades y carne pútrida y cuyo color contenía todos los tonos del verde. Su casco mostraba el efecto de largas campañas de guerra con pequeños golpes y desperfectos en casi todos los lugares.

A su lado, la guardia de honor de la Guardia de la Muerte estaban colocados en forma marcial pero también emitían claros signos de intensas batallas y de su conocida transformación que había convertido al capítulo en algo despreciale y horrible hacia el resto de hermanos y capítulos. Ellos, pensaba Mortarion, no conocían el verdadero poder.

La lanzadera del apotecario aterrizo a la hora pactada a escasos  cien metros de la comitiva. Tras unos segundos de descompresión y ajustes de la nave, el portón trasero de la Thunderhawk  comenzó a abrirse. De ella, poco a poco, descendieron seis figuras.

Las cinco primeras eran abominaciones con mutaciones por todos lados del cuerpo. Aquellas criaturas hacia mucho que dejaron de ser marines espaciales y solo algunos detalles todavía visibles los identificaban como tales. El resto era espeluznante incluso para los ojos de Mortarion. Sabía que su amigo había hecho todo aquello con sus avances genéticos y era por eso que seguía interesado en sus servicios.

“Saludos querido amigo” comenzó Mortarion viendo adelantarse al apotecario hacia él.

“Saludos Mortarion. Un placer volvernos a encontrarnos” respondió rápidamente acercándose hacia él para estrecharse el brazo como se hacía antiguamente, en una época que ya había sido olvidada por la mayoría.

A Mortarion le resulto gracioso volver a recordar aquel saludo imperial tan olvidado en su legión desde hacía mucho. Saludos olvidados y que ya no significaban nada para él.

“Veo que tu legión sigue mejorando su aspecto” prosiguió el señor de los clones mientras fijaba su mirada en las tropas de la Guardia de honor de Mortarion que lo rodeaban.

El primarca sonrió sabiendo que aquello era dicho con lascivia y con cierta sutileza. Pero él sabía que cada vez sus guerreros eran más poderosos, más insensibles a todo dolor y a todo daño gracias a las mutaciones que recibían. El mismo se había convertido en mucho más poderoso desde que se unió a la adoración de los dioses oscuros y sabia que ninguno de sus hermanos leales podrían vencerlo en combate.

“Tu mensaje parecía interesante. Por eso he dejado mis estudios actuales y he decidido venir a esta reunión. Estoy muy interesado en hacerme con lo que has encontrado si es cierto que ese objeto es lo que dices.” Dijo el antiguo apotecario de los Hijos del Emperador. Todavía llevaba la servoarmadura de su antiguo capitulo o mejor dicho, parte de ella. Pero ni el casco, abandonado hace cientos de años y algunas piezas de la antigua armadura eran las mismas. Habían sido reemplazadas por otros trozos de otras armaduras saqueadas o incluso ahora lo recubrían extrañas piezas desconocidas y creadas por él mismo. Fabius hacía mucho que había abandonado todo culto o legión y ahora era un agente libre. Él mismo era dueño y señor de su futuro. No rendía pleitesía a nadie ni a nada. Todo era investigación.

“¿Dónde lo encontraste y como fue? Demando con voz segura Fabius a Mortarion.

“En Coralax. Fue la última gran adquisición que hicimos en nombre de nuestro señor y amo Mortarion el inmortal” rugió uno de los guerreros que estaba junto al primarca.

Su nombre era Typhus y era el lugarteniente de Mortarion. Un guerrero sádico y atroz que se había ganado el odio y el respeto en batalla por sus cruentas campañas. Su nombre iba siempre unido a las peores formas de guerra y muerte.

“Saludos Typhus.” Saludo haciendo una mínima inclinación con la cabeza Fabius. Más que por respeto, que no había ninguno, quizás fue por divertimiento suyo propio. Fue instintivo.

“Esta reliquia estaba oculta y custodiada en una de las salas más ocultas de la fortaleza imperial del planeta. Pasaron meses hasta que uno de nuestros guerreros lo encontró por casualidad.” Recontó Thypus mirando a su primarca como pidiéndole permiso para continuar con la historia.

“¿Y es autentica? Pregunto con interés el apotecario acercándose un poco al trono de Mortarion y mirándolo con sus grandes ojos.

“Si, lo es, y ello significa que todo es un gran mentira. Más de lo que hemos conocido hasta ahora. Sabíamos que el falso emperador, mi querido padre, nos mintió, pero esto que hemos descubierto significa que todo, todo lo conocido hasta ahora puede ser mentira.” Hablo esta vez Mortarion con voz profunda e imponiendo un cierto grado de rabia en su voz.

“¿Puedo verlo?” Pregunto con cierta ansia escondida lo mejor que pudo el apotecario. Pero aquella ansia por obtener el objeto no pasaba desapercibida para un ser como un primarca y Mortarion sonrió al intuir aquel sentimiento en su interlocutor.

“Claro hermano, pero antes me gustaría cerrar algún trato contigo. Quiero que te unas a mi causa para hacer mi legión aun más poderosa de lo que es.” Mortarion se levanto de su trono y se acerco a Fabius imponiendo su mayor corpulencia y altura.

“¿Qué es lo que tu ejercito corrupto necesita de mi?” Pregunto Fabius desviando la vista del primarca para no sostener la poderosa mirada de aquel dios.

“Tus dones en la alteración por lo que puedo ver han mejorado en estos últimos veinte años que no es hemos visto. Tus progresos son muy interesantes por lo que percato en estos guardaespaldas que llevas. Creo que si mis soldados son tratados y alterados con tus conocimientos dispondría de un ejército imparable. Y conquistaría la galaxia fácilmente.” La sonrisa asomo por el rostro de Mortarion.

“Te ofrezco mis servicios querido Padre de la Guardia de la Muerte. Pero será limitado a solo un cierto número de tus hombres. Escoge una cincuentena de ellos y los convertiré en los guerreros que te abrirán las puertas de Terra y del Universo”. Ofreció Bilis esperando la respuesta de Mortarion.

Mortarion observo a Typhus un leve instante y afirmo con un ligero gesto que basto para hacer comprender a Typhus que el trato estaba cerrado. Thypus se desplazo hacia el trono de Mortarion y junto a él tomo una pequeña caja oscura de un color negro azabache. Typhus se acerco al apotecario y se lo paso.

El tacto fue frio y placentero a la vez. Fabius lo miraba incrédulo pero en seguida algo le dijo que aquello era efectivamente lo que esperaba. Poseía ya dos iguales en su laboratorio, vacios pero eran exactamente iguales a este. En los que tenía en su poder, escritos en Gótico Espectral, una lengua perdida de Terra y lengua materna del Emperador, estaban inscritas las cifras VI y VIII. En ellas había estado la semilla genética primordial de los capítulos de los Guerreros de Hierro y de los Puños Imperiales, la semilla de los primarcas Perturabo y Rogal. En esos recipientes criogénicos, eso era lo que eran, estuvo la primera semilla de los dos primarcas. Y ahora tenía una nueva en sus manos.

¿Qué semilla habría guardado aquella caja? Sería el gen primordial de los Lobos Espaciales, guardaría la semilla genética de Magnus el Rojo o quizás pertenecío al capítulo de los Devoradores de Mundos. La curiosidad le quemaba las entrañas y las manos le sudaban como si estuviera enfermo. Pero quiso guardar la compostura y fue lentamente girando la caja en sus manos hasta llegar a la parte trasera de la caja y poder leer la inscripción.

XXI se podía leer fácilmente con letras de plata. Su cerebro no reaccionaba ante aquel estimulo inesperado que la vista perfeccionada quirúrgicamente por el mismo hacía muchos años.

“Esto no puede ser”, comento débilmente el apotecario.” Esto no puede ser verdad, Mortarion. “

Mortarion se acerco a él y le puso la mano sobre el hombro derecho. “Es tan verdad como tus pensamientos te dicen. Estas ante la caja del vigésimo primer capítulo de la primera fundación. Un capítulo inexistente y olvidado en la verdad imperial. Un padre que no olvida a uno de sus hijos. Esa es la verdad imperial querido Bilis. Hay otro primarca perdido y que nunca ha sido recuperado por su padre.”

Fabius Bilis miraba atentamente al primarca y memorizaba cada palabra que salía de su garganta. Una vez Mortarion termino, Fabius bajo la mirada lentamente hacia aquel pequeño cubo que acababa de cambiar la historia. Pero lo que no sabía en aquel momento el apotecario era lo mucho que cambiaria la historia y la galaxia aquel pequeño. Fabius Bilis será sin saberlo, el  que encontrara a ese primarca perdido y que lo guiara hasta la cúspide del poder y junto a él comenzaría la nueva era oscura.

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Un comentario

  1. Muy currado. Gracias por compartirlo.

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