¿ESTAN PERDIENDO LOS EJERCITOS DE WARHAMMER FANTASY SU ESPÍRITU?

Uno de nuestros colaboradores, Selu, nos manda este interesante artículo de opinión sobre el juego de Warhammer Fantasía. Lectura recomendada porque hay puntos muy interesantes.

AUTOR: SELU FERNÁNDEZ

Saludos de nuevo héroes del Fanhammer, aquí me tenéis de nuevo a la carga con un nuevo artículo, aunque casi podría llamarse una reflexión. Llevo jugando a WF más de 11 años, en total 3 ediciones (6ª, 7ª y 8ª) y nunca me he considerado un jugador comúnmente denominado “hardcore”, sino más bien romántico, de a los que les gusta jugar listas temáticas y ejércitos equilibrados, no por ello perdiendo la competitividad. Y todo esto viene a raíz de una reflexión que lleva rondando por mi cabeza hace tiempo: desde que vio la luz la última edición, los ejércitos que han sido renovados (la mayoría al menos) han ido perdiendo espíritu, ese “algo” que los hacía especiales y diferentes al resto, con criterio, más allá de listas competitivas o combinaciones destructivas e infalibles.
Que octava es la edición de los monstruos y las cosas grandes nadie lo discute. Todos los ejércitos renovados disfrutan de una o dos unidades “grandes” o “enormes” con las que llenar las mesas. Así púes, el primer ejército en ser renovado fue abriendo camino. A nuestros amigos los pielesverdes les renovaron algunas unidades que lo necesitaban (salvajes de plástico, jinetez de jabalí), les sacaron cosas nuevas, como los garrapatos despachurradores o los goblins –ejem- ninja y cómo no, el “bicho grande”. Lo lógico (palabra tabú en GW) hubiera sido sacar un Garrapato gigante o garrapato mamut, o incluso hubiera colado algún troll o gigante desmesurado, pero no. A alguna mente brillante se le ocurrió que lo que más combinaba con una horda de orcos era una araña gigante. Con un par.

A partir de aquí empezamos a acumular casos dispares. Los reinos Ogros, por ejemplo, no solo necesitaban si no que obtuvieron una renovación bastante decente. Nuevas unidades no muy descabelladas, un bicho grande que encajaba con la estética y reglas que lo hacían más o menos equilibrado. A los reyes funerarios les pasó casi lo mismo. “Casi”. A un ejército de no-muertos egipcio a los que hay que sacarle una criatura monstruosa y/o una caballería monstruosa la idea de una esfinge enorme es muy acertada. Pero claro, también querían que tuvieran su caballería grande, y ¿qué mejor idea que poner a surfear a unos esqueletos sobre serpientes gigantes con cara humana? Dicho así suena ridículo, ¿verdad?, pues a los diseñadores no se lo parecería tanto, pero el caso es que los metieron con calzador.

El caso de los Condes Vampiro es un poco particular. El trono gigante que sacaron, además de una figura versátil y muy bonita, por la forma en la que estaba desarrollada no era tan disparatada, incluso encajaba bien en el trasfondo y aspecto del ejército en sí. Pero claro, también necesitaban sacar algo “monstruoso”. Caballería monstruosa no, supongo por que no se les ocurrió ninguna tontería disparatada o porque no les gustaría el resultado final de poner a surfear Tumularios encima de vete tú a saber. Pasemos a la infantería monstruosa entonces pensarían. Hombres lobo no, que son del caos, Golems de Carne tampoco, poco original, luego Golems de Hueso ni hablarlo. ¿Estatuas animadas como en la lista de ejército de Kemmler? muy simples… Solución: Necrófagos y Pseudo-vampiros grandes, ¡claro! Si es que no pensamos lo suficiente.PD: Algún desarrollador debe de ser fan de Kiss y pensó que sería genial que medio ejército gritara: La banshee, el engendro, la espada, el sagrario, la banshee heroína….

Con los demonios no se devanaron tanto los sesos. Hacían falta carros, así que le sacaron una bizarrada a Slaanesh, un carricoche a Khorne (De nuevo tenemos un caso de originalidad arrolladora frente al sentido común) y un carro volador a Tzeetch (¡Dios!, sentido común!). También les hacían falta algo de disparo, así que se inventaron un cañón (en un carro, no lo olvidemos). El dios al que iría consagrado era más complicado, así que supongo que tirarían un dado al azar y ¡Tachan!, le tocó a Khorne, que según el trasfondo es amante de los disparos. Le pusieron unas reglas buenas para venderlo y finiquitado el  asunto. Y para rematar les pusieron montones de tablas aleatorias para endulzar un poco la cosa. Genios.

Para los Hombres Lagarto no se complicaron mucho, la verdad. Un dinosaurio (montado por eslizones) con un pedrolo gigante por aquí, un pseudo-carnosaurio (montado por eslizón) por allá, y pterodáctilos (¿montados por quién?) adictos a los sapos para redondear. En fin, originalidad a raudales oiga. Creo que ha sido la renovación más anodina que han hecho hasta el momento.

Y para terminar he dejado los dos casos más sangrantes. Por un lado tenemos a los Guerreros del Caos, a quienes por lo visto se les ha vetado el derecho a tener algo que no sea correr para el enemigo y matar. Los hostigadores y las unidades voladoras son muy complejos para ellos. Nada. Correr y matar. Así que les diseñan miniaturas horribles a los Olvidados Malditos, les ponen un precio desorbitado y les sacan unas reglas reguleras para que compitan con los guerreros del caos en tropas básicas. En resumen: Feos, caros y malos. Merchandising genius +1. Renovaron también otras miniaturas que lo necesitaban, como los ogros dragón o el carro, con más o menos acierto, pero la guinda se lo lleva el Bruto Despedazador/Mutalith. En este caso más o menos fea, MUY cara y con reglas mediocres-malas (¿Os suena de algo?). Merchandising genius +2. Sin embargo, un monstruo que ya habían sacado con anterioridad y que apenas había tenido ventas como la Quimera le pusieron un montón de reglas geniales y un precio ajustado, para que la gente lo usara en sus partidas en vez del Bruto Despedazador. Genius +3.

Por otro lado tenemos al imperio, al que mi parecer es el caso más sangrante. Veamos, según el dogma del Imperio su fuerza radica en la fe, el acero y la pólvora. Para la fe no sacaron nada nuevo, salvo renovar reglas y miniaturas. Para el acero tampoco, excepto sacar a los grifos sin alas, élite de la caballería imperial por lo visto, cuyo Gran Maestre NO puede montarlos. ¿Sentido?, ninguno, pero no importa, hay que vender “cosas monstruosas”. Y por último la pólvora. ¿Algo nuevo?, no. ¿Algo mejor? No. ¿Entonces? Pues entonces resulta que en la mente de un desarrollador de juegos de GW una honda lanzada por un Skaven tiene más fuerza que un mortero imperial, sí señor. Pero hay más. Había que sacar algún cacharro grande, así que tras mucho devanarse los sesos de nuevo dieron con lo idóneo. Pero nada de máquinas de guerra grandes o templos móviles tirados por fanáticos, esos sólo salen en las ilustraciones. Lo ideal era sacar carricoches mágicos y horteras pilotados por magos. Magos que por cierto no obtienen ningún beneficio de ir montados en ellos, salvo la gloria de ser pulverizado por algún disparo enemigo. Y no quedando contentos con ello pensaron que en las frías montañas del norte habita una rara especie de Grifo que se alimenta de gigantes y arañas orcas y para ello ha desarrollado una segunda cabeza. Pero no se trata de nada caótico, no, para nada. Tener una segunda cabeza no es corrupto, si no que se fijen en los amables habitantes de Nuln o Mordheim.

En resumen, creo que queda claro que cada vez más el espíritu y trasfondo de cada ejército se queda atrás (salvo en algunos pocos casos, como el de los elfos oscuros, que son de lo más “normal”) en favor de sacar cosas grandes y monstruos a mansalva, aunque sea en algunos casos con calzador. Y la lógica no importa, el caso es renovar lo antes posible, con precios cada vez más altos a ser posible también. Ya ni siquiera es representativo el estilo de juego o el “espíritu” de cada ejército. Ahora simplemente con desarrollarles alguna combinación de reglas-miniaturas eficaz se conforman. Qué más da si ahora los Condes Vampiro sean una horda de espíritus gritadores, o que el imperio lo conformen pollos con esteroides y carros mágicos. Khorne ahora dispone de cañones y en Khemri el surf está a la última. Yo por mi parte seguiré fiel al trasfondo en la medida de lo posible y un romántico en las mesas de juego.

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